Las quejas en contra de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) han sido tantas y de manera constante, que los directivos, aparte de ser irresponsables se han vuelto indiferentes a las necesidades de la gente, sin importarles que su negligencia pueda ocasionar, inclusive, la muerte de familias completas.
En Tabasco, la tierra del presidente Andrés Manuel López Obrador, esa indolencia ya cobró la vida de toda una familia, una generación completa que se extinguió al morir Gabriel, Beatriz y su menor y única hija Suyaitaís, por no resolver a tiempo la falta de energía eléctrica en el callejón Los Tres Hermanos, de la ranchería Anacleto Canabal segunda sección, del municipio de Centro.
Todos los usuarios de CFE conocen las deficiencias de esta empresa (in) productiva del Estado, y muchos de los problemas se generaron a raíz de la famosa resistencia civil que inventó el presidente de la república hace más de 30 años, por su ambición política.
En Tabasco, si un transformador se quema la CFE no lo cambia porque alega no contar con suficientes aparatos para cambiarlos si sufren averías.
Ese tipo de máquinas, dicen, las tienen embodegadas en las oficinas regionales de Oaxaca y por eso tardan en reemplazar las que se queman.
A la empresa no le importa si la gente pierde sus alimentos perecederos o no cuenta con la energía para encender sus aires acondicionados en un estado donde el calor supera los 40 grados Celsius.
Así como falleció esta familia completa por tratar de descansar en su automóvil con el clima encendido, muchos están expuestos a sufrir consecuencias por la falta de electricidad en un lugar donde el calor es intenso.
Ahora el problema ya subió de intensidad. Ya no son solamente los reclamos por el incremento abusivo en el cobro de los recibos de consumo y los ajustes imaginarios que muchas veces hacen, ahora tres personas murieron y no hay quien se haga responsable.
¿Será que el presidente López Obrador no puede exigirle a Manuel Bartlett que sea más eficiente y efectivo en su trabajo?
¿Será que no hay líderes partidistas ni representantes populares que se pongan a favor del pueblo y hagan algo por los desamparados?
Gabriel, Beatriz y Suyaitaís tenían, a su vez, familiares. Mucha gente que lloró con el corazón hecho pedazos al conocer semejante desgracia, y, por si fuera poco, en el camposanto varios de ellos estuvieron a punto de ser víctima de un golpe de calor a la hora del sepelio.
Pero esto a los hombres del gobierno y de CFE les vale. Tendrían que haber estado ahí para darse cuenta de lo que causa su constante negligencia y su inalterable irresponsabilidad.
Ahora veremos cómo reaccionan ante las demandas penales que los familiares directos pongan en su contra, no por una indemnización, sino para que encarcelen, si es que alcanzan esa pena, a los inmediatos responsables.
Definitivamente todos los que diariamente son afectados por la ineptitud de los gobernantes deben unirse como sociedad y empezar a buscar los canales lícitos para hacerse escuchar, lejos y fuerte; sin miedo a la mafia del poder que representa, en este caso, Manuel Bartlett y compañía.