Con un llamado a todas y todos para evitar todo tipo de discriminación, el Instituto Estatal de las Mujeres (IEM) presentó este jueves el círculo de reflexión “Discriminación de Género”, a cargo de la jefa del Departamento de Gestión Municipal del instituto, Ana Ysabel Ramón de la Cruz.
La ponente explicó que existen numerosos tipos de discriminación, como por motivos de raza, color de piel, país de origen, idioma, género, religión, discapacidad, y la de género, que se refiere a las mujeres que trabajan más y ganan menos, tienen menos opciones de desarrollo y sufren múltiples formas de violencia en el hogar y en espacios públicos.
Abundó que la discriminación de género también se denomina sexismo, y es una acción en la que una persona es tratada como inferior, sujeta a un trato desigual en comparación con las personas de género masculino y heterosexual, que puede involucrar salarios más bajos, maltrato y desigualdad en el acceso al trabajo y servicios.
“Esta discriminación se ejerce en las mujeres, los homosexuales y otras minorías de carácter sexual, que en ocasiones se agravan al combinarse con otras formas de discriminación, como el racismo, la homofobia o la xenofobia”, aseguró Ramón de la Cruz.
De acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), 2.5 mujeres de cada 10 carecen de empleo o no se están educando, comparado con los hombres, que es de 1 de cada 10, y agregó que, en diferencia de salarios entre mujeres y hombres en todo el mundo, supera el 26 por ciento a favor de los hombres, y que una niña de cada 20 ha sido atacada sexualmente.
En su ponencia, consideró que son tres las causas de la discriminación de género: el patriarcado, los estereotipos y la transmisión familiar.
Mencionó que en la primera, el hombre ostenta mayor poder sobre las mujeres, e impone el modo como se distribuyen los deberes y derechos.
En los estereotipos es la forma en que vemos a los otros y como creemos que deben ser las mujeres y los hombres, como la creencia de que las mujeres son menos inteligentes.
En la transmisión familiar, los roles y estereotipos no surgen de la nada, porque el principal formador de creencias se encuentra en el núcleo familiar, explicó.
Subrayó que las características de la desigualdad de género se muestran en la distribución de las tareas del hogar, pues la discriminación comienza en el hogar, cuando se asignan tareas domésticas a las niñas, mientras los varones juegan o ven televisión, y el modelo es reforzado si la madre y el padre se comportan de la misma manera.
La jefa del Departamento de Gestión Municipal del IEM, indicó que también se hace énfasis en los roles de sexo, pues la idea de un sexo débil y un fuerte se ve reforzado en la sociedad, al ver con buenos ojos el comportamiento agresivo y hasta violento en varones.
Opinó que, aunque esa conducta ha cambiado en años recientes, todavía es poco común ver a las mujeres ocupadas en actividades como la milicia o la policía.
Aseveró que además existe un círculo vicioso de la discriminación de género, pues tiende a alimentarse a sí misma, como cuando las mujeres no tienen acceso a la educación y no pueden aspirar a mejores empleos, porque en general acceder a esos trabajos se les dificulta, ya que se asume que las mujeres no cuentan con una debida educación.
En su charla ejemplificó la discriminación de género en el hogar, cuando a las niñas les piden que ayude a limpiar la casa, mientras el niño ve televisión o juega con el padre, o cuando ambos padres trabajan, pero el hombre llega a la casa a descansar y la mujer llega a cocinar, limpiar o lavar.
En la escuela, añadió, cuando se organizan juegos en el recreo y no se incluye a las niñas, porque supuestamente son más frágiles. En el trabajo, además de los sueldos, suelen verse relegadas en los ascensos y su carga de labores es más, porque todavía llegan a casa a trabajar, y en la vida social, las mujeres deben cuidar su apariencia personal y no lucir provocadoras.
Ana Ysabel Ramón estableció que algunas de las posibles soluciones a la discriminación de género, son que en el hogar los padres distribuyan las tareas domésticas de modo equitativo entre ellos y entre sus hijas e hijos, porque el fin de la discriminación de género comienza en los hogares.
“En la educación, ambos sexos deben recibir el mismo impulso para estudiar y educarse. En la escuela, pueden contribuir a la eliminación de la discriminación, denunciando o evitado el acoso sin importar de qué género sea la víctima, y apoyando las actividades mixtas en juegos y deportes”, puntualizó.
Manifestó que en el trabajo hay que apoyar los cambios que se están dando en la legislación federal para igualar salarios de todos, sin importar su género u orientación sexual; y en la vida pública, denunciar el acoso a cualquier género por su forma de vestir, hablar, apariencia, ya que el respeto a todos los seres humanos es esencial.
Finalmente, la colaboradora del IEM se pronunció para que los medios de comunicación dejen de difundir estereotipos tradicionales de hombres rudos y frágiles princesas, homosexuales amanerados y pervertidos, y mujeres promoviendo artículos de limpieza o resaltando felicidad en la realización de las tareas domésticas.