“Si me preguntaras cómo quiero morir, te diría que sobre un escenario”, confesó el cantautor cubano Pablo Milanés en una entrevista hace unos años. Ése deseo no fue posible. La luz de una de las máximas estrellas de la música se apagó este lunes en la ciudad de Madrid a los 77 años, según confirmaron amigos cercanos al artista en redes sociales.
El músico se encontraba hospitalizado desde hace varias semanas con una inflamación en la vesícula biliar y una infección en el riñón, que lo obligó a cancelar varios conciertos. Desde el 2017 el músico vivía en Madrid en donde recibía tratamiento médico para la enfermedad oncohematológica que padecía hace algunos años y que se vio agravada en meses recientes.
Un comunicado oficial desde la Oficina Artística de Pablo Milanés, anunciaba que el cantautor se encontraba estable, pero permanecía ingresado por “una serie de infecciones recurrentes que en los últimos tres meses han venido afectando su estado de salud”.
VIAJE A LA MEMORIA DE PABLITO
Pocos saben que su nombre completo es Pablo Milanés Arias (aunque sus seres queridos lo llamaron Pablito desde siempre), pero muchos deben saber que el cantautor cubano más conocido en el mundo -junto con Silvio Rodríguez- nació el 24 de febrero de 1943 en la localidad de Bayamo, en la provincia de Granma. Se inició tempranamente en el mundo musical como cantante en la radio local, a los seis años.
Su familia se instaló en La Habana poco tiempo después, lo cual permitió que el joven se relacionara con el ambiente sonoro de la capital, en pleno apogeo del filin y la música tradicional, aunque también fue influenciado por ritmos estadounidenses y brasileños y por los compositores clásicos. Inició sus estudios de piano en 1952 en el Conservatorio Municipal de La Habana (hoy Conservatorio Amadeo Roldán), que abandonó para formarse con el compositor Candito Ruiz, y con el declamador y repertorista Luis Carbonell.
No obstante, sus historiadores dicen que su mejor escuela fueron los músicos tradicionales cubanos, es decir, la ‘Vieja Trova’. Entre estos destacaron Barbarito Diez, Benny Moré y Vicentico Valdés. Según ha mencionado en varias entrevistas, su gran escuela fue escuchar al dúo de María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo, así como a Abelardito Valdés, Benny Moré y al chileno Lucho Gatica.
En 1956 participó en el programa de televisión Estrellas nacientes, que lo dio a conocer a un público mayor. Y, en la década siguiente –marcada por el triunfo de la Revolución, en 1959– trabajó en grupos vocales como Los Armónicos y el conjunto Sensación, y frecuentó clubes nocturnos como El Gato Tuerto y el Saint John.
En los primeros años de Revolución cubana, Milanés cantaba en agrupaciones vocales como el Cuarteto del Rey (1959-1963), como primera voz. Y luego se empapó en casa de su maestro Carbonell de la música barroca, especialmente del genio de Johann Sebastian Bach. Después integró el grupo Los Bucaneros (1964-1966). Antes, en 1963, se había dedicado a cantar como solista sus propias canciones, influidas por el filin y la obra de Michel Legrand y Johnny Mathis.
Fue época de influencias y trabajo creativo. El gran Pablo cantaba en Nights Club, a guitarra pelada. La música brasileña, la experimental, así como cantantes europeos de las décadas pasadas, le ayudaron a ser el gran artista que todos conocemos.
Pero no hay otra experiencia vital más profunda en su carrera que haber formado parte del movimiento de la Nueva Trova cubana, junto con Noel Nicola y Silvio Rodríguez. A partir de ese momento, se hizo un personaje de la música continental.
AQUELLOS AÑOS 60
“Tú, mi desengaño”, compuesta en 1963, fue su primera canción, seguida en 1965 de “Mis veintidós años” (considerado la unión entre el feeling y la Nueva Trova Cubana, incluyendo nuevos elementos musicales y vocales que serían precursores de la música que se haría más tarde en la Isla), donde ya se reconocen los rasgos más característicos de su obra y el vínculo de sus melodías con el lenguaje poético de las letras.
Esa década también se encuentra marcada por su compromiso político con Castro, que no obstó para que fuera enviado – junto a otros artistas, intelectuales, religiosos y homosexuales considerados como “indeseables” – a una Unidad Militar de Apoyo a la Producción (Umap).
Poco después de un año, el músico fue enviado por las autoridades cubanas a un campo de trabajo forzoso (UMAP) en Camagüey, un suceso del que vino a hablar en 2015 y el que calificó de “un campo de concentración estalinista”, en entrevista con el diario chileno La Tercera.
Por esta fuga, fue encarcelado dos meses en una prisión establecida en La Cabaña y luego mandado a un campamento de castigo donde permaneció hasta la disolución de la UMAP a finales de 1967.
Sin embargo, el artista continuó componiendo y para 1968 ofreció su primer concierto junto a Silvio Rodríguez en la oficialista Casa de las Américas. Esta sería la primera muestra de lo que más tarde, en 1972, sería reconocido como el movimiento popular de la Nueva Trova encabezado por Silvio Rodríguez, Sara González y Amaury Pérez.
A partir de 1969 colabora con el Grupo de Experimentación Sonora del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos, cuyo trabajo –bajo la dirección de Leo Brower– define la banda musical del cine de la época y, en cierto modo, de la propia Revolución de Castro, junto a los Rodríguez, González y Pérez, así como Noel Nicola, Sergio Vitier, Eduardo Ramos y Leonardo Acosta. En ese mismo contexto se relacionaría con la élite cultural de otros países, como Violeta Parra, Mercedes Sosa, Daniel Viglietti, Chico Buarque, Simone, Vinícius de Moraes, Milton Nascimento y Víctor Jara, entre otros muchos.
LAS PERLAS DE LOS 70 y 80
Ya en 1972 el movimiento musical popular tomó forma, y así la Nueva Trova convocó a numerosos músicos latinoamericanos, quienes desde sus países desarrollaron una música de poesía y reflexión humana.
Milanés se sintió entonces parte de algo más grande que él mismo. El son cubano y la denominada ‘canción de protesta’ eran dos opciones que a veces lograba fusionar, pero lo suyo casi siempre iba hacia lo poético, lo esencial, y en grandes pasajes de su carrera por lo romántico.
Como miembro del Grupo de Experimentación Sonora compuso incluso temas para cine. Los años 70 vieron a la luz canciones de una gran sensibilidad: “Yo no te pido”, “Hoy la vi” o el famoso canto al amor “Yolanda”, surgieron al lado de otras más sociales como “No me pidas” o “Yo pisaré las calles nuevamente”.
También hubieron otras canciones como “Quien me tienda la mano al pasar”, “Los caminos” y el disco Versos sencillos (1975), una musicalización de los poemas de José Martí. Para ese momento ya se ha disuelto el Grupo de Experimentación y sus integrantes comienzan sus carreras en solitario.
Los años 80 fueron de gran producción musical para el trovador cubano. En 1986 salió a la venta el disco Querido Pablo, con canciones de la década anterior y de los últimos años, al lado de viejos amigos de la música y de la vida, como Víctor Manuel, Ana Belén, Luis Eduardo Aute y la gran Mercedes Sosa. Además, se presenta en Europa y en países del bloque soviético, así como en España, México y otras naciones latinoamericanas.
Este disco se reeditó en 2002, 17 años después, con el acompañamiento de otros conocidos músicos como Fher (voz del grupo mexicano de rock Maná), Juan Formell, Gal Costa, Joaquín Sabina, Fito Páez, Armando Manzanero y Charly García.
En una década de tensión política y a punto de caer la Unión Soviética, estrena el programa de televisión Proposiciones (1987) y organiza la célebre gira Amo esta Isla, cuyo último concierto anticipa el Período Especial. En esos años siguientes publica los discos Identidad, Canto de abuela, Orígenes y Despertar.
SUS ÚLTIMOS CANTOS
Su último concierto en La Habana, en junio de 2022, se realizó bajo un fuerte operativo policial y su presentación estuvo marcada por la emoción de un público que no escuchaba en vivo desde hacía varios años al autor de temas como “Años”, “El pecado original”, “La soledad”, “Nostalgias” y “Días de gloria”.
¿Cómo se siente regresar tras la pandemia?
No ha sido fácil para nadie, porque nos llegó algo completamente nuevo; no se tenía apenas información y eso generó caos y mucho temor. Se ha ido aprendiendo a manejar, a medida que sucedía y realmente ha sido un ‘shock’.
¿Ha extrañado mucho el escenario, el reencuentro con su público? (Se le preguntó en una entrevista hace un año)
Claro que sí, como a todo el mundo que de repente tuvo que parar su actividad, es duro. Las conexiones que los músicos y artistas empezamos a hacer a través de las redes aliviaron algo todo eso, al menos el deseo de cantar y estar en contacto con el público.
Parte imprescindible de su obra es la etapa en la que incursionó en la canción política y el mensaje social, con temas que convirtieron a Pablo Milanés en uno de los grandes embajadores de la Revolución Cubana, con la que ha adoptado sin embargo una posición muy crítica.
Sólo sus problemas de salud han logrado apartarlo de la música por periodos prolongados. En 2014 se sometió a una operación de trasplante de riñón, donado por su actual esposa, la historiadora gallega Nancy Pérez.
Aunque lleva una vida discreta junto a su familia, se conoce que Pablo tiene cinco hijos: Haydée, Lynn, Suylén, Lian y Antonio. Actualmente sigue casado con su esposa, la gallega Nancy Pérez, de quien recibió un trasplante de riñón en 2014.
Milanés resalta entre los artistas cubanos con mayor número de producciones, contando actualmente con más de 40 álbumes en solitario, a lo que se suman más una quincena de trabajos con el GESI, más una gran cantidad de trabajos en álbumes colectivos y colaboraciones con otros reconocidos artistas.
¿Qué magia encierra la música para que a los 78 años recién cumplidos mantenga incorruptible esa pasión por cantar y comunicar?
La música es todo para mí, la mejor forma que encuentro para expresarme, la mejor manera de sentir e incluso de pensar. Creo que los músicos contamos con otro lenguaje muy especial, que nos permite comunicarnos, eso es algo único.
¿Cómo ha evolucionado Pablo Milanés en todos estos años?
Creo que en esencia soy el mismo. Tenemos unas señas básicas que no cambian, unos convicciones, unos compromisos y unas acciones que básicamente son las mismas. Lo que sí cambia es la forma de manifestarlas porque con la edad uno se vuelve más reflexivo, más pausado y relativiza todo un poco más.
Milanés era considerado uno de los artistas latinoamericanos más importantes y llevó a cabo numerosos proyectos dentro y fuera de la Isla. Su muerte ocurrió después de varios promocionales de su disco Días de luz.
El autor de temas como “Para vivir” o “Yolanda” tenía previsto actuar el 30 de noviembre en Ciudad de México y el 5 de diciembre en Santo Domingo.
Descanse en paz.